13/08/2021
¿Seremos detectives?
Mi hueco de una hora pasó
en un abrir y cerrar de ojos, dieron las once y me conecté a la clase. Como
empieza a ser costumbre, Sebastián nos saludó a todos. Puede que se trate de un
detalle bobo, pero se nota la calidez de la clase y el interés del profe al preguntarnos
uno a uno si estamos bien, en dónde estamos o cómo terminó nuestra semana. Desde
el inicio pude sentirme cómoda, no dudo que detalles hacen la diferencia.
El siguiente punto de la
clase, como el profe lo llamó, fue un ritual, el de las bitácoras. Eso me gustó
bastante, porque sé qué sucede cuando nuestras palabras son expuestas en voz
alta. Además, como dijo Sebastián, en medio del ritual hallamos el sentido de
la clase, incluso de la vida… supongo que mucho tiene que ver el valor
simbólico, ya que en medio de nuestras palabras también hay práctica de la
memoria y el esfuerzo por entender lo que está pasando.
La primera bitácora que
leímos fue la de Lía, me encantó la fuerza de sus palabras y lo que dijo
después: «si me van a leer, que todos me lean». Luego Ana María, con una risa
nerviosa, compartió con nosotros su experiencia y perspectiva de la clase
pasada. De Lía y Ana me gustó mucho su valentía, pues no siempre es fácil dar
los primeros pasos. Gracias a ellas hablamos del sentido de la identificación y
empatía que se crea con las palabras, y de paso, mencionamos que la escritura
es un medio para hacer catarsis. Recordé una de las publicaciones que Juanita
Escallón (@juanitadospuntos) hizo en
Instagram. Ella tiene talleres en los que trabaja con la escritura como método
para sanar, dice que se trata de enfrentar nuestras emociones y sentimientos
para ser más felices. Como dijo Ana, sintió un alivio después haber compartido
su bitácora. Es increíble que estos destalles también estén planeados para
nuestro crecimiento.
Me gusta esta libertad
que se nos dio desde el inicio para escribir, me parece que así las palabras
salen con más ganas y fluidez. La verdad es que todo es un camino de
preparación para llegar a la escritura académica. No es algo que me llene de
emoción porque no quiero que mi voz deje de ser libre, pero me dejaré
sorprender… sé que Sebastián tiene un as bajo la manga y el asunto no será tan
gris como pinta.
Como vamos avanzando poco
a poco, nos familiarizamos con dos plataformas. Por un lado, trabajamos con Quizizz, que es una página para
responder cuestionarios. Por suerte, yo la conocí este semestre en medio del
afán y la adrenalina para responder las preguntas de Introducción a la
Investigación de Mercados, así que no fue un gran lío la dinámica que manejamos
con las preguntas de ortografía. Por otro lado, conocimos Estilector, una página de corrección de textos. Pudimos cacharrear un rato esa plataforma y nos
dimos cuenta de lo útil que puede ser, aunque para mí, nunca podrá reemplazar a
un corrector de estilo de carne y hueso. Como dicen por ahí, hay que desconfiar
de la tecnología (sobre todo si es inteligente, ¡qué miedo! ja, ja, ja).
Desde la desconfianza –o
más bien desde la curiosidad, la reflexión y el análisis– nace el pensamiento
crítico, que desde hace unas clases es nuestro reto. Para ejercitar cada nivel
de lectura, sobre todo el último, empezamos
a hacer un ejercicio de formulación de preguntas con base en una lectura. Diego
y yo quisimos profundizar el nivel intertextual porque como él mismo dijo, uno
sí aprende más intentando conectar ideas. Este ejercicio me recordó parte de mi
infancia, cuando yo jugaba a ser profesora y le hacía evaluaciones a mi primo
menor; en ese entonces no había caído en cuenta de la dificultad que trae
formular preguntas desde un punto crítico, es que hay que pensar en cada
detalle y no siempre es fácil plasmar en palabras todas las ideas que tenemos
en mente, incluso nos podemos enredar al momento de conectar los patrones de
información. No sé exactamente cuánto tiempo tuvimos para crear las dos
preguntas, pero nosotros nos concentramos y los minutos pasaron volando. Creo
que lo que más nos generó dificultad fue hallar los puntos comunes que podían
existir entre Krotosky, la voz de autoridad, y las ideas que teníamos.
La clase terminó con
nuestros comentarios sobre el ejercicio de formular preguntas, con lo que más
nos marcó y con curiosidad por los retos venideros. Sebastián, al ser nuestro
mentor, nos dio unos documentos para enriquecer el proceso. Uno de los videos
que compartió generó en mí mucha curiosidad, pues explicaba más sobre el
pensamiento crítico y cómo desarrollarlo. Desde el inicio todo iba bien,
explicaron que este tipo de pensamiento es la habilidad de analizar y
reflexionar sobre los hechos para crear una opinión certera. Bien. Todo normal.
No sé en qué momento mi mente empezó a volar por las sendas de la imaginación y
gran parte de lo que decían en el video me parecía sacado de una película de
detectives. «Tienes que cuestionarlo todo», «vas a dejar de ser manipulable»,
«piensa por ti mismo», «no creas todo lo que dicen por ahí», ¿no les suena a
que eso salió de una trama misteriosa? A mí sí. De hecho, mientras escuchaba lo
que decía el video podía imaginar escenas en donde alguien descubre a un
asesino. ¿Será que Sebastián está tratando de crear una academia de detectives?
Como quiera que sea la
situación en el mundo real, desarrollar el pensamiento crítico sí es muy
importante –seamos detectives o no–, pues de alguna manera hace parte de
nuestra identidad. Si cuestionamos y reflexionamos sobre nuestro contexto, si
le creemos a la curiosidad y hacemos preguntas simples, si somos creativos y
analíticos, podremos responder con firmeza distintos cuestionamientos, incluso
de nosotros mismos. Tampoco podemos olvidar lo que hay en nuestra mente, creo
que debemos estar en constante revisión de nuestros pensamientos.
Ahora imaginen el
emoticón al que le explota la cabeza. Así me siento. No deja de sorprenderme
cómo todo en esta clase está conectado. Ya veremos qué otro hilo aparecerá en
esta gran red.
- Valentina Sandoval Pineda.
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