jueves, 19 de agosto de 2021

Semana 4

 13/08/2021

¿Seremos detectives?

Mi hueco de una hora pasó en un abrir y cerrar de ojos, dieron las once y me conecté a la clase. Como empieza a ser costumbre, Sebastián nos saludó a todos. Puede que se trate de un detalle bobo, pero se nota la calidez de la clase y el interés del profe al preguntarnos uno a uno si estamos bien, en dónde estamos o cómo terminó nuestra semana. Desde el inicio pude sentirme cómoda, no dudo que detalles hacen la diferencia.

El siguiente punto de la clase, como el profe lo llamó, fue un ritual, el de las bitácoras. Eso me gustó bastante, porque sé qué sucede cuando nuestras palabras son expuestas en voz alta. Además, como dijo Sebastián, en medio del ritual hallamos el sentido de la clase, incluso de la vida… supongo que mucho tiene que ver el valor simbólico, ya que en medio de nuestras palabras también hay práctica de la memoria y el esfuerzo por entender lo que está pasando.

La primera bitácora que leímos fue la de Lía, me encantó la fuerza de sus palabras y lo que dijo después: «si me van a leer, que todos me lean». Luego Ana María, con una risa nerviosa, compartió con nosotros su experiencia y perspectiva de la clase pasada. De Lía y Ana me gustó mucho su valentía, pues no siempre es fácil dar los primeros pasos. Gracias a ellas hablamos del sentido de la identificación y empatía que se crea con las palabras, y de paso, mencionamos que la escritura es un medio para hacer catarsis. Recordé una de las publicaciones que Juanita Escallón (@juanitadospuntos) hizo en Instagram. Ella tiene talleres en los que trabaja con la escritura como método para sanar, dice que se trata de enfrentar nuestras emociones y sentimientos para ser más felices. Como dijo Ana, sintió un alivio después haber compartido su bitácora. Es increíble que estos destalles también estén planeados para nuestro crecimiento.

Me gusta esta libertad que se nos dio desde el inicio para escribir, me parece que así las palabras salen con más ganas y fluidez. La verdad es que todo es un camino de preparación para llegar a la escritura académica. No es algo que me llene de emoción porque no quiero que mi voz deje de ser libre, pero me dejaré sorprender… sé que Sebastián tiene un as bajo la manga y el asunto no será tan gris como pinta.

Como vamos avanzando poco a poco, nos familiarizamos con dos plataformas. Por un lado, trabajamos con Quizizz, que es una página para responder cuestionarios. Por suerte, yo la conocí este semestre en medio del afán y la adrenalina para responder las preguntas de Introducción a la Investigación de Mercados, así que no fue un gran lío la dinámica que manejamos con las preguntas de ortografía. Por otro lado, conocimos Estilector, una página de corrección de textos. Pudimos cacharrear un rato esa plataforma y nos dimos cuenta de lo útil que puede ser, aunque para mí, nunca podrá reemplazar a un corrector de estilo de carne y hueso. Como dicen por ahí, hay que desconfiar de la tecnología (sobre todo si es inteligente, ¡qué miedo! ja, ja, ja).

Desde la desconfianza –o más bien desde la curiosidad, la reflexión y el análisis– nace el pensamiento crítico, que desde hace unas clases es nuestro reto. Para ejercitar cada nivel de lectura, sobre todo el último,             empezamos a hacer un ejercicio de formulación de preguntas con base en una lectura. Diego y yo quisimos profundizar el nivel intertextual porque como él mismo dijo, uno sí aprende más intentando conectar ideas. Este ejercicio me recordó parte de mi infancia, cuando yo jugaba a ser profesora y le hacía evaluaciones a mi primo menor; en ese entonces no había caído en cuenta de la dificultad que trae formular preguntas desde un punto crítico, es que hay que pensar en cada detalle y no siempre es fácil plasmar en palabras todas las ideas que tenemos en mente, incluso nos podemos enredar al momento de conectar los patrones de información. No sé exactamente cuánto tiempo tuvimos para crear las dos preguntas, pero nosotros nos concentramos y los minutos pasaron volando. Creo que lo que más nos generó dificultad fue hallar los puntos comunes que podían existir entre Krotosky, la voz de autoridad, y las ideas que teníamos.

La clase terminó con nuestros comentarios sobre el ejercicio de formular preguntas, con lo que más nos marcó y con curiosidad por los retos venideros. Sebastián, al ser nuestro mentor, nos dio unos documentos para enriquecer el proceso. Uno de los videos que compartió generó en mí mucha curiosidad, pues explicaba más sobre el pensamiento crítico y cómo desarrollarlo. Desde el inicio todo iba bien, explicaron que este tipo de pensamiento es la habilidad de analizar y reflexionar sobre los hechos para crear una opinión certera. Bien. Todo normal. No sé en qué momento mi mente empezó a volar por las sendas de la imaginación y gran parte de lo que decían en el video me parecía sacado de una película de detectives. «Tienes que cuestionarlo todo», «vas a dejar de ser manipulable», «piensa por ti mismo», «no creas todo lo que dicen por ahí», ¿no les suena a que eso salió de una trama misteriosa? A mí sí. De hecho, mientras escuchaba lo que decía el video podía imaginar escenas en donde alguien descubre a un asesino. ¿Será que Sebastián está tratando de crear una academia de detectives?

Como quiera que sea la situación en el mundo real, desarrollar el pensamiento crítico sí es muy importante –seamos detectives o no–, pues de alguna manera hace parte de nuestra identidad. Si cuestionamos y reflexionamos sobre nuestro contexto, si le creemos a la curiosidad y hacemos preguntas simples, si somos creativos y analíticos, podremos responder con firmeza distintos cuestionamientos, incluso de nosotros mismos. Tampoco podemos olvidar lo que hay en nuestra mente, creo que debemos estar en constante revisión de nuestros pensamientos.

Ahora imaginen el emoticón al que le explota la cabeza. Así me siento. No deja de sorprenderme cómo todo en esta clase está conectado. Ya veremos qué otro hilo aparecerá en esta gran red.

- Valentina Sandoval Pineda.

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