jueves, 26 de agosto de 2021

Semana 5

20/08/2021

Las preguntas son llaves

Quinta semana del semestre. ¿Cómo estoy? Bien. ¿De verdad estoy «bien»? ¿Qué es estar «bien»? Me parece que esas preguntas son cada vez más difíciles de responder.

Ese quinto viernes aprendí que las palabras, aunque son maravillosas, en realidad son solo un mapa para representar nuestro mundo interior. A mí me encantan las palabras, pero caí en cuenta de que su poder está realmente en nuestra boca, así como el tío Paco le dijo a Sebastián: «Las palabras, dependiendo del tono y la intención, cobran significados distintos. Si se dicen con mala fe, intentado herir, incluso las palabras aparentemente más sencillas pueden volverse horrorosas. Pero en el fondo, no son más que palabras». También recordé algo que escribió Adela Cortina sobre las palabras, dice que son creaciones humanas y que el intento en fijar su significado resulta empobrecedor.

El metamodelo es una guía práctica para obtener más información, y está sustentado por esta frase: «El mapa no es el territorio», esto se refiere a lo que mencioné anteriormente, que las palabras son tan solo una representación de nuestra experiencia y todo lo que hay en nuestra cabeza, así que si lo analizamos bien, llegan a ser demasiado limitadas.

Es normal que cuando nos comuniquemos –ya sea de manera oral o escrita– cometamos diferentes agresiones verbales. Podemos fallar por omisión, generalización y distorsión. Todo el fin de semana estuve pensando en eso, como cuando mi abuelo dijo que todas las personas encargadas de los eventos en Zoom son descuidadas… eso es una generalización.

Dado a que es tan fácil limitar la información que compartimos desde nuestras palabras, la solución se encuentra en la exploración y en la búsqueda por ser específicos, todo esto desde el pensamiento crítico. El metamodelo propone hacer preguntas para acceder a lo que la otra persona realmente quiere decir, así fue como me encontré pensando en que las preguntas bien hechas son llaves de diferentes puertas… algunas veces nos encontraremos con paisajes inesperados (que nos gusten mucho o no tanto).

Ahora voy a compartir mi experiencia con el #CobosChallenge, consistía en practicar el metamodelo y hacer preguntas, indagar en la mente de las personas que nos rodean y evitar el famoso –y comodísimo– por qué.

El sábado estaba con mi familia, todos íbamos en el carro de regreso a casa. No sé por qué salió el tema, pero hablamos de las frutas que menos le gustan a mi primo de diez años. Santiago hizo un top tres de las frutas que menos le gustan: la papaya, la guanábana y la granadilla.

—Santi, ¿qué es lo que menos te gusta de la granadilla? —le pregunté en mi primer intento por conocer qué había en su mente en ese instante.

—¡Las pepas! —respondió él sin ninguna duda.

«Por qué» fue lo primero que pensé. «¡No! Esa pregunta no».

—Aaah, ya —dije al final.

El reto no es tan fácil como parece, en especial por la omisión de la pregunta más frecuente. Sin mentir, sentí que el por qué me estaba picando la lengua para que lo dejara salir. Cuando llegamos a la casa me quedé al lado de Santi para hacerle más preguntas. Él me mostró un videojuego de dragones, así que ahí vi mi segunda oportunidad.

—¿Qué es lo que más te gusta del juego?

—Los gráficos, la idea del juego y los personajes —me contestó mientas controlaba al dragón de hielo.

«Bueno, vamos con los personajes» pensé.

—¿Qué es lo que más te gusta de los personajes?

—La variedad de especies que hay en el juego, los colores que tienen y sus habilidades.

Nos quedamos hablando un rato más sobre los dragones y los obstáculos del juego. Entre mis preguntas me di cuenta de que Santi disfruta ese juego porque también le encantan los dragones, de hecho, hacen parte de sus animales favoritos.

Luego intenté aplicar la misma técnica con Laurita, una de mis amigas más cercanas. Ella es como mi bitácora de sueños, así que algunas mañanas –cuando lo recuerdo– le mando audios larguísimos sobre lo que soñé. En esa ocasión soñé que ella y yo estábamos en química con Yimi, nuestro profesor, que nos explicó cosas que no pudimos entender.

—¡Amiga! Extraño mucho a Yimi —dijo Laurita.

—¿Qué extrañas de Yimi?

—Todo de él —respondió ella entre risas— mentiras, extraño verlo como Lupin.

—¿Qué es lo que más te gusta de Yimi?

—¡Parceeee! Lo que más me gustaba era cómo enseñaba y cómo era de profesor.

—¿Y cómo era de profesor? —pregunté riendo.

—¡Basta! Más bien, ¿a ti qué te gustaba de Yimi?

Después llegó mi turno de responder y las dos llegamos a la conclusión de que lo que más nos gustaba de Yimi era su disposición para explicar en todo momento –como la vez que nos recordó al profesor Remus Lupin– y lo cómodas que nos hacía sentir. De hecho, recordamos una visita que hicimos al colegio y Yimi nos salvó de un momento no tan chévere. Esperé un rato para seguir haciendo preguntas porque no quería ser muy intensa. Laurita me contó que tenía que leer algo para Humanidades, una materia que está viendo los sábados. Está un poco frustrada por ese horario y entre las preguntas que le hice me dijo que era diferente cuando tenía clases de inglés en el Colombo, ya que el ambiente era distinto, más libre. Las siguientes preguntas que hice me abrieron la puerta de su corazón, pero eso se quedará entre nosotras. Lo que sí puedo decir es que me parece increíble el poder de los buenos cuestionamientos. Es común que lleguemos a acostumbrarnos a quedarnos con lo que los demás dicen y que por nuestra mente no se nos pase ninguna duda. Yo me he sentido así, pero ahora me doy cuenta de que hay algo mucho más allá de lo evidente de las palabras.

Por otro lado, encontré algo curioso haciendo este reto. Me parece que los niños, aunque están hasta ahora aprendiendo del mundo, son más abiertos a responder preguntas y a dejar conocer su mundo interior; tal vez por eso suelen ser curiosos ante lo que pasa a su alrededor. No siempre es fácil las puertas de nuestra mente.

Relaciono todo esto con la metacognición, que es el acto de pensar en nuestros pensamientos. Vuelvo a la pregunta del inicio. «Cómo estás». Me doy cuenta de que por mi cabeza pasan muchas ideas, pero de mi boca sale un simple «bien». Diría que una buena clave es reconocer lo que pensamos y las palabras que salen de nosotros, eso hace parte de nuestro carácter y criterio. Después de todo, el pensamiento crítico no es solo para detectives, es algo que está presente todos los días.

-Valentina Sandoval Pineda

jueves, 19 de agosto de 2021

Semana 4

 13/08/2021

¿Seremos detectives?

Mi hueco de una hora pasó en un abrir y cerrar de ojos, dieron las once y me conecté a la clase. Como empieza a ser costumbre, Sebastián nos saludó a todos. Puede que se trate de un detalle bobo, pero se nota la calidez de la clase y el interés del profe al preguntarnos uno a uno si estamos bien, en dónde estamos o cómo terminó nuestra semana. Desde el inicio pude sentirme cómoda, no dudo que detalles hacen la diferencia.

El siguiente punto de la clase, como el profe lo llamó, fue un ritual, el de las bitácoras. Eso me gustó bastante, porque sé qué sucede cuando nuestras palabras son expuestas en voz alta. Además, como dijo Sebastián, en medio del ritual hallamos el sentido de la clase, incluso de la vida… supongo que mucho tiene que ver el valor simbólico, ya que en medio de nuestras palabras también hay práctica de la memoria y el esfuerzo por entender lo que está pasando.

La primera bitácora que leímos fue la de Lía, me encantó la fuerza de sus palabras y lo que dijo después: «si me van a leer, que todos me lean». Luego Ana María, con una risa nerviosa, compartió con nosotros su experiencia y perspectiva de la clase pasada. De Lía y Ana me gustó mucho su valentía, pues no siempre es fácil dar los primeros pasos. Gracias a ellas hablamos del sentido de la identificación y empatía que se crea con las palabras, y de paso, mencionamos que la escritura es un medio para hacer catarsis. Recordé una de las publicaciones que Juanita Escallón (@juanitadospuntos) hizo en Instagram. Ella tiene talleres en los que trabaja con la escritura como método para sanar, dice que se trata de enfrentar nuestras emociones y sentimientos para ser más felices. Como dijo Ana, sintió un alivio después haber compartido su bitácora. Es increíble que estos destalles también estén planeados para nuestro crecimiento.

Me gusta esta libertad que se nos dio desde el inicio para escribir, me parece que así las palabras salen con más ganas y fluidez. La verdad es que todo es un camino de preparación para llegar a la escritura académica. No es algo que me llene de emoción porque no quiero que mi voz deje de ser libre, pero me dejaré sorprender… sé que Sebastián tiene un as bajo la manga y el asunto no será tan gris como pinta.

Como vamos avanzando poco a poco, nos familiarizamos con dos plataformas. Por un lado, trabajamos con Quizizz, que es una página para responder cuestionarios. Por suerte, yo la conocí este semestre en medio del afán y la adrenalina para responder las preguntas de Introducción a la Investigación de Mercados, así que no fue un gran lío la dinámica que manejamos con las preguntas de ortografía. Por otro lado, conocimos Estilector, una página de corrección de textos. Pudimos cacharrear un rato esa plataforma y nos dimos cuenta de lo útil que puede ser, aunque para mí, nunca podrá reemplazar a un corrector de estilo de carne y hueso. Como dicen por ahí, hay que desconfiar de la tecnología (sobre todo si es inteligente, ¡qué miedo! ja, ja, ja).

Desde la desconfianza –o más bien desde la curiosidad, la reflexión y el análisis– nace el pensamiento crítico, que desde hace unas clases es nuestro reto. Para ejercitar cada nivel de lectura, sobre todo el último,             empezamos a hacer un ejercicio de formulación de preguntas con base en una lectura. Diego y yo quisimos profundizar el nivel intertextual porque como él mismo dijo, uno sí aprende más intentando conectar ideas. Este ejercicio me recordó parte de mi infancia, cuando yo jugaba a ser profesora y le hacía evaluaciones a mi primo menor; en ese entonces no había caído en cuenta de la dificultad que trae formular preguntas desde un punto crítico, es que hay que pensar en cada detalle y no siempre es fácil plasmar en palabras todas las ideas que tenemos en mente, incluso nos podemos enredar al momento de conectar los patrones de información. No sé exactamente cuánto tiempo tuvimos para crear las dos preguntas, pero nosotros nos concentramos y los minutos pasaron volando. Creo que lo que más nos generó dificultad fue hallar los puntos comunes que podían existir entre Krotosky, la voz de autoridad, y las ideas que teníamos.

La clase terminó con nuestros comentarios sobre el ejercicio de formular preguntas, con lo que más nos marcó y con curiosidad por los retos venideros. Sebastián, al ser nuestro mentor, nos dio unos documentos para enriquecer el proceso. Uno de los videos que compartió generó en mí mucha curiosidad, pues explicaba más sobre el pensamiento crítico y cómo desarrollarlo. Desde el inicio todo iba bien, explicaron que este tipo de pensamiento es la habilidad de analizar y reflexionar sobre los hechos para crear una opinión certera. Bien. Todo normal. No sé en qué momento mi mente empezó a volar por las sendas de la imaginación y gran parte de lo que decían en el video me parecía sacado de una película de detectives. «Tienes que cuestionarlo todo», «vas a dejar de ser manipulable», «piensa por ti mismo», «no creas todo lo que dicen por ahí», ¿no les suena a que eso salió de una trama misteriosa? A mí sí. De hecho, mientras escuchaba lo que decía el video podía imaginar escenas en donde alguien descubre a un asesino. ¿Será que Sebastián está tratando de crear una academia de detectives?

Como quiera que sea la situación en el mundo real, desarrollar el pensamiento crítico sí es muy importante –seamos detectives o no–, pues de alguna manera hace parte de nuestra identidad. Si cuestionamos y reflexionamos sobre nuestro contexto, si le creemos a la curiosidad y hacemos preguntas simples, si somos creativos y analíticos, podremos responder con firmeza distintos cuestionamientos, incluso de nosotros mismos. Tampoco podemos olvidar lo que hay en nuestra mente, creo que debemos estar en constante revisión de nuestros pensamientos.

Ahora imaginen el emoticón al que le explota la cabeza. Así me siento. No deja de sorprenderme cómo todo en esta clase está conectado. Ya veremos qué otro hilo aparecerá en esta gran red.

- Valentina Sandoval Pineda.

jueves, 12 de agosto de 2021

Semana 3

 

06/08/2021

Desde afuera

Primer viernes de agosto. Me desperté mucho antes de que la alarma sonora y como las malas noticias –si se quiere pensar que son malas– caen como un balde de agua fría, ya no pude dormir. Mi cabeza se llenó de pensamientos y entre esos esta bitácora, sobre todo el momento en que empezara a escribirla. Recordé lo que hablamos sobre la cultura de registro y me pregunté si era necesario tener información sobre todo lo que sucede, incluso lo que no quieres recordar. La respuesta me llegó de inmediato, claro que sí, de nada sirve olvidar. Además, fuera del contexto personal, no sería nada bueno tener vacíos entre la historia y toda la gestión que podemos hacer con la información.

Si soy honesta, cada vez me impresiona más lo distinta que percibimos la clase y las diferentes cosas que suceden en nuestro entorno mientas nosotros nos conectamos a aprender. Hoy escribo esta bitácora desde mi distracción y con ayuda de la grabación de la clase.

Como ya se está haciendo costumbre, Sebastián nos empezó a saludar y desde su genuino interés por nosotros nos hizo algunas preguntas. El siguiente punto de la clase fue directo a la lectura de bitácoras, que también trajo un fuerte llamado de atención. Al principio no muchos estábamos animados con compartir nuestras palabras, yo no tengo mucho que decir al respecto por la lluvia de pensamientos que tenía en ese momento. Sebastián nos recordó la carrera que estamos estudiando, nada más y nada menos que Comunicación, así que no debe ser problema el comunicarnos, mostrar nuestras ideas y lo que escribimos. Creo que para mí no significa un problema, aunque no puedo negar que siempre hay una emoción nerviosa cuando se trata de mostrar lo que hay en mi cabeza. Supongo que es normal, qué aburrido sería todo si me dejara de sentir así. Es como si un cantante ya no sintiera mariposas al salir a dar un show. Creo que no es gracia si no se remueve todo en tu interior al hacer lo que amas.

Volviendo a la clase, Astrid se lanzó con valentía y compartió su bitácora, después le tocó el turno a Juan Sebastián como regalo de cumpleaños. De la lectura, como siempre, salió una reflexión importante, ¿en qué nivel estamos escribiendo? Eso me recordó al colegio, pues casi siempre en las EPA (Evaluación Periódica Acumulativa) hacían preguntas desde lo literal, lo inferencial y lo intertextual. Es curioso volver a eso, porque nos lo repitieron muchas veces, pero creo que en general, nunca nos hicieron pensar desde qué nivel estábamos produciendo. Entre todos se construyó el concepto de los niveles: el literal, aquel que muestra lo explícito, que se conecta con la capacidad de observación y la memoria; el inferencial se refiere a lo implícito, a la interpretación, la suposición y las conclusiones a las que uno mismo puede llegar; el nivel intertextual es donde existe la capacidad de relacionar textos y hallar patrones dentro de la información. Después de poner varios ejemplos para entender esos tres niveles, Sebastián nos habló del nivel más top y retador, el analítico, que se encarga de ser crítico, formular nuevas preguntas, tener coraje y valentía para proponer un diálogo nuevo. Sí, es todo un reto, aunque ahora que somos más conscientes de esto, creo que será más fácil ponerlo en práctica. Que no solo se ejercite el músculo de la escritura, también el músculo crítico. Como dijo Sebastián, las mejores cosas en la vida las aprendemos solitos y la mejor disciplina es la autoimpuesta, además, estamos aquí para aprender a aprender.

Como todo –o casi todo– se entiende mejor con ejemplos, el profe nos mostró un video llamado Cómo discutir sin dar vergüenza. Allí se muestra una entrevista en donde la entrevistadora presupone muchas cosas para hacer quedar mal a Jordan Peterson, el entrevistado; nos intentan enseñar diferentes estrategias para darnos a entender, defender nuestra posición y mantener la calma al hacerlo. Algo que llamó mucho mi atención es que una de las estrategias para responder bien es la buena postura, de inmediato me transportó al 2018 cuando con unas amigas habíamos pedido asesoría de entrevistas en la Javeriana, el profesor que nos acompañó nos habló de la buena postura porque respiramos mejor y así pensamos con más agilidad. Del video el profe hizo preguntas desde los diferentes niveles para que nosotros pudiéramos identificar mejor los conceptos, fuimos desde preguntas como lo que más nos llamó la atención, nuestra deducción sobre alguna frase y el propósito del video.

Creo que para ese punto de la clase muchas cosas rondaban por la cabeza de cada uno de nosotros, así que Sebastián empezó a cerrar el tema. Nos pidió compartir qué nos llevamos y qué sentimos; ese viernes yo sentí de todo, pera nada tiene que ver con la clase. Después de ver la grabación puedo decir que me llevo la importancia de los niveles y me impactó que resultan un poco poéticos, me refiero a lo que estos evocan, por ejemplo, el literal nos lleva a recordar, el inferencial hace que nuestra mente vuele entre conexiones, el intertextual nos conecta para no olvidar y el crítico nos da valentía de ir más allá (como Elsa de Frozen ja, ja, ja) y nos permite conversar con el autor. Aunque suene demasiado clichesudo, me sentí agradecida por la tecnología tan avanzada como para permitir grabar la clase, y con el profe, pues sigue buscando romper el hielo entre nosotros para crear un espacio seguro de aprendizaje. Ya veremos lo que trae la nueva semana.

- Valentina Sandoval Pineda

jueves, 5 de agosto de 2021

Semana 2

 

30/07/2021

Por qué escribimos y otras aventuras

«Cámaras prendidas» dijo el profe, nos saludó y llamó a lista. Mientras hacía este ejercicio de saludarnos, en su pantalla se mostraba la opción de modo conjunto, es una herramienta divertida para hacer clase, pues es la simulación de un salón. Nos organiza en filas, las sillas son de colores y parece que estuviéramos desde algún salón del Barón. Eso me hizo sonreír.

Después de los saludos, llegó el momento de tensión. La primera lectura de bitácoras. El profe revisó su correo y escogió la bitácora de Catalina, algo curioso de este ejercicio es que el autor no puede leer sus propias palabras, ¿cómo se escuchará mi voz desde la de alguien más? 

Con la bitácora de Catalina nos dimos cuenta de lo diferente que todos vivimos la primera clase, es interesante analizar qué es eso que genera huella en nosotros como para escribirlo a fondo. Seguimos con la bitácora de Juan Esteban, que también sirvió como prueba de lo distinta que fue nuestra experiencia. Él, desde una narración muy chévere, nos dejó conocer sobre sus miedos, sus gustos y sus amigos. Creo que lo que más me gustó de sus palabras fue la importancia que le da a la amistad.

La reflexión que llegó a nosotros después del ejercicio de lectura nos mostró un poco sobre la cultura del registro, si esta no existiera, no habría gestión de la información ni del conocimiento. La idea es que todos estemos informados y que podamos tener acceso a la información. Así encontré otro propósito en la escritura de las bitácoras. No deja de sorprenderme el ver que cada punto de la clase está conectado, todo fue fríamente calculado.

Como seguíamos hablando de nuestra experiencia al escribir, sobre todo por la cantidad de palabras, Sebastián compartió con nosotros una frase de Francis Bacon que dice así: «La lectura hace al hombre completo; la conversación lo hace ágil, el escribir lo hace preciso». Entre todos desmenuzamos la frase para entender mejor su significado. Empezamos con la escritura que, además de ser una ayuda en el desarrollo de la precisión, también tiene gran cantidad de valores añadidos como la reflexión, el análisis y la observación; la conversación nos hace ágiles porque requiere de una buena escucha y también de una buena respuesta, el saber qué decir es muy importante; y la lectura nos hace completos porque nos permite conectar con personas, situaciones y mundos... como Benito Taibo ha dicho, la lectura nos hace empáticos y en los libros podemos encontrar educación emocional. Como comunicadores en formación nosotros debemos aspirar a lo que dice Bacon, necesitamos precisión, agilidad y mucha empatía para ejercer esta profesión. Además, no tendría sentido si no supiéramos comunicar todas las buenas ideas que hay en nuestras cabezas.

En la siguiente parte de la clase, Sebastián nos volvió a compartir su bandeja de entrada y nos hizo notar que algunos correos habían sido enviados sin asunto o saludo alguno, eso le quita toda formalidad y cordialidad a la situación. Aprovechando la pantalla compartida, también pudimos ver la firma electrónica de una de las estudiantes del profe, después de la muestra nos hizo un tutorial en vivo para trabajar en nuestras firmas, ¡buenísimo! Creo que para muchos fue un llamado de atención, por lo menos a mí me hizo pensar en mi firma actual, aunque es muy sencilla y me gusta, la hice en primer semestre, pensando en las informalidades de la vida y mi afinidad por cierto cantante (¡uy!, mencionar eso me llevó a sexto de bachillerato).

Como hablamos de formalidad y cordialidad en los correos, Sebastián nos preguntó por la netiqueta (#Netiqueta, escribió en su pizarra virtual), y tal como suena, es la etiqueta que se usa en la network, es decir, las reglas que regulan el comportamiento de los usuarios al comunicarse en la red. Para poder conocer más sobre estas reglas y entender cómo nos debemos relacionar en las redes, el profe nos organizó en grupos (sí, otra maravilla de Teams). Trabajé con Catalina, Astrid y Daniel, juntos buscamos diferentes reglas de etiqueta y encontramos un montón. Por ejemplo, siempre hay que saber a quién le escribimos y el registro lingüístico que debemos manejar; y que es importante respetar el tiempo de los demás, sobre todo ahora que vivimos en la virtualidad, no se vale hacer videollamadas a las dos de la mañana solo porque se me olvidó hablar algo.

El tiempo en grupo terminó, así que todos volvimos a la sala principal. Allí compartimos las reglas que habíamos investigado y nos dimos cuenta de que hay un contexto para todo. Sebastián puso el ejemplo del chat grupal del colegio de su hijo, se supone que sería un canal de comunicación relacionado con información académica y demás actividades escolares, sin embargo, una de las mamás envió uno de esos chistes virales y le hicieron saber que ese no era el espacio para hacerlo. Vivimos en un mundo lleno de información, así que hay que tener claras las reglas de juego… en especial nosotros como futuros profesionales de la comunicación.

La clase continuó con el anuncio del blog. Este semestre vamos a alimentar alguna de esas plataformas como Blogger, Wordpress o Tumblr con nuestras bitácoras. Cuando estaba en primaria también manejamos un blog, en ese entonces Blogger se llamaba Blogspot, y yo sabía utilizar todas las herramientas habidas y por haber, incluso tenía mascota virtual. Por lo que me pude dar cuenta, las cosas han cambiado un poco y tengo mucho por aprender. Aprovechamos para crear el blog y subir nuestra primera entrada en él. Luego de eso, ingresamos a Twitter, pues allí haremos la entrega de la bitácora. –Profe, no le pongas mucho cuidado a lo que escribo por ahí, casi todo sale de mi aburrimiento–. Entonces la idea es publicar el texto en Blogger y después compartir el link en Twitter a la cuenta del profe (@inforydoc), él interactuará con nosotros por medio del me gusta, los retuiteos y los amados Gifs. Si llegamos a tener cinco corazones del profe, nuestra nota será cinco.

Gracias a que Twitter apareció en nuestra conversación, también pudimos conversar sobre la importancia de lo que publicamos. No sabemos quién nos está leyendo y sin duda estamos fichados. Creo que eso es lo que me llevo de esa segunda clase, incluso en la red debemos tener una buena imagen, lo que publicamos y nuestra manera de interactuar dice mucho de nosotros. Esto me lleva a pensar en las apariencias, pero no se trata de eso, qué rico ser tú mismo en cada contexto, qué rico ser amable y proyectar luz.

Eso es todo por hoy, queridos lectores. Nos leemos la próxima semana para narrar una nueva aventura y las ocurrencias del profe.

P.D: profe, tu hijo ya cumplió seis años, ¿eso significa que la mascota está más cerca de llegar a tu hogar?

-Valentina.

Semana 16

  12/11/2021 ¿El final? No puedo no escribir. Menos cuando esto ha significado tanto para mí y me cuesta despedirme. Aún no puedo creer ...