08/10/2021
Sobre las palabras
Hay personas que ya no se
sienten emocionadas por escribir bitácoras, los entiendo. Yo sigo escribiendo
sin saber muy bien por qué, lo que sí tengo claro es que ya no pienso tanto en
la clase, en las citas que voy a poner o en que me vayan a leer. Creo que se
trata más de mi mundo interno, lo que sucede en mi cabeza todos los viernes de
once a una. Por eso no escribo aquí de manera académica, porque mi discurso
real no sabe de seriedad. Solo soy yo escribiendo de la manera más transparente
que puedo.
Como estoy siendo
honesta, debo confesar que me asustó un poco todo el asunto con los resúmenes.
Ver una corrección en vivo y en directo me llevó a pensar en lo que yo hice,
creo que no es 100 % bueno, mis títulos no ayudan mucho que digamos, y creo que
las palabras clave tampoco fueron las mejores (en mi defensa, las pensé mejor
que en el colegio); creo que, a grandes rasgos, no estuvo mal. Ya veremos.
Ojalá no me lleve una decepción, así como en el colegio con Matemáticas o como
en Investigación de Mercados… este semestre (aunque tengo grandes desacuerdos
al respecto).
De la clase (entre las
explicaciones de los expositores y el profe) aprendí más sobre la escritura
académica. Creo que lo que más me marcó fue reconocer que sí tiene relevancia y
un propósito. Yo sé, suena evidente, pero no lo había pensado. Resulta
relevante por la comunicación de ideas sobre un tema especializado; es como un
tutorial de YouTube, ya saben, los hay de todos los temas. El propósito de la
escritura académica es honorable, bueno e importante, ¿cuánto hemos aprendido
de lo que se ha publicado?
Entonces, en esta clase
hablamos de transiciones, cadenas de sustantivos, tono, contradicciones,
coloquialismos, jerga, antropomorfismos, tiempos verbales, humor, condiciones
entre sujeto y verbo, editorial nosotros
y estrategias para mejorar la escritura. Todo encaminado en la parte académica
de lo escrito. La verdad, es bastante información. No es complicada, sin
embargo, para eso están los manuales. Como ya lo he expresado anteriormente, no
se trata de vivir en piloto automático. Siempre hay oportunidades para
consultar, equivocarse y aprender. Eso me gusta. También lo mencionamos en
clase de Corrección, no porque no sepamos lo básico y la información
desaparezca de nuestras cabezas, sino porque la RAE se actualiza, y no somos
perfectos, nos surgen dudas y eso está bien. Pretender que soy perfecta y que
nada se me escapa es realmente agotador. Ese viernes me di cuenta de que no
quiero vivir con la necesidad de ser aceptada.
Siguiendo con el orden de
la clase, después de la exposición hablamos más a fondo sobre lo que significa
escribir. Eso me remite a una de las bitácoras que se leyeron dentro del
ritual, ya que mencionaba la importancia de conocer nuestra forma de escribir y
conocer el lenguaje. Yo sé que escribir no es lo mismo que hablar, más allá de
lo formal, lo coloquial y las diferentes expresiones que pueden aparecer, creo
que la diferencia radica en su significado. Respeto lo oral, pero escribir es
dejar huella, es darle nombre a eso extraño que siento en mi corazón, darle
rienda suelta a mi imaginación, conectar con otras personas, amar…
No seamos cursis.
Sebastián dijo que una cosa es escribir y otra cosa es redactar. Yo lo creo
cierto. Por ejemplo, en los talleres de escritura creativa es común dejar la
etapa de corrección para el final, primero dejan que todo fluya y después sí se
genera una lectura pensando en la redacción. Es que son procesos mentales
diferentes. Se necesita de una buena lectura para detectar eso que no cuadra
dentro de la redacción, además, hay que pensar muy bien el uso de las palabras.
Lo bueno es que de todo se puede aprender. La redacción es un camino a recorrer
y hay mucho por conocer.
En suma, la escritura
académica es un mundo diferente. Para recorrer mundos necesitamos pasar por el
camino de la redacción y estar constantemente aprendiendo. Con eso dicho, mi
posición hacia ese tipo de escritura es de total respeto y admiración, sin
embargo, no soy amante de ella. A mí me más gusta tener la libertad para decir
que mi esfero tiene una crisis existencial y que por eso no escribe más. Aunque,
si soy honesta, disfrutaré de escribir desde cualquier punto… solo si mis
palabras son para bien.
Quiero compartir con
ustedes un fragmento del ensayo Leer, del Diccionario Filosófico de Fernando
Savater. Lo tuve en mente (a Fernando) durante el final de la clase, sobre todo
porque recordé lo que pueden hacer nuestras palabras, el poder que tiene
publicarlas, y que de nada sirve la vacua palabrería.
Yo
soy de los que creen que todo libro es, a su modo, mágico; aún más, considero
que en el ya antiguo rito de la lectura siempre hay algo de conjuro y brujería.
Y también estoy seguro de la victoria a largo plazo de los libros sobre
cualquier otro tipo de armas, porque allí se encierran los materiales más
explosivos que el hombre puede fabricar. Explosivos para destruir ciudades o
para hacer túneles que nos lleven a la luz. En todo caso, un poder terrible
(Savater, 1995, p. 202).
Yo quiero usar el
lenguaje para mostrar la bondad del mundo en el que creo, que mis palabras
exploten de amor y sean como un faro de luz.
Referencias
Savater, F. (1995). Leer, Diccionario Filosófico. Barcelona: Editorial Planeta.
-Valentina Sandoval Pineda
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